La principal diferencia entre el GLP y el GNC es que el primero se encuentra en estado líquido y el segundo es un gas, más ligero que el aire.
Aunque, el punto más diferenciador entre ambos está en la presión de almacenamiento, lo que incide directamente en la seguridad de los vehículos. En el caso de un tanque que almacene GNC, para que el volumen acumule la energía necesaria para conservar la autonomía original del vehículo hay que comprimir el gas a grandes presiones, a unos 200 bar (2,900 psi). Por su parte, el GLP puede almacenarse a presiones más bajas, generalmente entre 95 a 110 psi.
Si analizamos los beneficios económicos y medioambientales, ambos combustibles empatan. Las emisiones se reducen mucho, sus precios son sensiblemente inferiores a los del gasóleo o de la gasolina y hay un menor desgaste de las mecánicas, de ahí que se use mucho en grandes flotas de vehículos pesados, que adaptan mecánicas para poder funcionar con ellos o con mezclas.